ESTUDIO BIBLICO
Pastor Lisandro Orlov
LUCAS 15: 11-32: EL AMOR ES MÁS FUERTE
LUCAS 15: 11-32: EL AMOR ES MÁS FUERTE
Es importante tener en cuenta el contexto en el cual Jesús relata esta parábola. Tiene que justificar su comer (signo de comunión) con pecadores y estafadores (publicanos). Este relato tiene dos finalidades u objetivos. Por un lado mostrar el amor de Dios que sobrepasa todo lo que podemos pensar, aún teológicamente, y por el otro, la reacción lógica y prudente de los piadosos de todos los tiempos y lugares frente a la locura que es el amor inclusivo de Dios.[1]
Aquellos piadosos que solo buscan justicia y moralidad han de encontrar que el reino anunciado por Jesús les resulta ofensivo. La buena nueva a los pobres, excluidos y oprimidos debe ir complementada por todo aquello que viven los pobres, excluidos y oprimidos: desocupación, enfermedad, hambre y miseria. Dios no tiene un programa de simple y humana justa distribución de bienes, sino que ese anuncio va más allá. Es el anuncio de la gozosa liberación de todos los hijos e hijas de Dios de toda exclusión y marginación. Es el anuncio del amor de Dios para con todos aquellos que estaban marginados. Lo perdido es encontrado. Lo excluido es incluido.
VERS. 11-13:
11. Jesús dijo también: "Un hombre tenía dos hijos. 12 El menor de ellos dijo a su padre: 'Padre, dame la parte de herencia que me corresponde'. Y el padre les repartió sus bienes. 13 Pocos días después, el hijo menor recogió todo lo que tenía y se fue a un país lejano, donde malgastó sus bienes en una vida licenciosa.
11. Jesús dijo también: "Un hombre tenía dos hijos. 12 El menor de ellos dijo a su padre: 'Padre, dame la parte de herencia que me corresponde'. Y el padre les repartió sus bienes. 13 Pocos días después, el hijo menor recogió todo lo que tenía y se fue a un país lejano, donde malgastó sus bienes en una vida licenciosa.
El centro del relato es el hombre que tenía dos hijos. En este relato tomado de la vida cotidiana el amor incomprensible e irracional de este padres es reflejo del profundo amor de Dios. En esta parábola del amor del padre Jesús justifica la predicación de la Buena Nueva a los despreciados y a los abandonados. El hijo menor reclama su herencia de acuerdo a los estipulado en el Antiguo Testamento. Recibe los títulos de propiedad pero no el uso de los mismos ni el fruto que ellos dan pero ese título de propiedad puede ser vendido. Esto es lo que sucede en este pasaje y el hijo menor recoge el dinero y emigra a otro país. Esta era una situación muy frecuente porque la diáspora judía era muy importante en tiempos de Jesús. Aparentemente este joven no estaba casado lo cual nos puede indicar su edad ya que los hombres se casaban entre los 18 y los 20 años. Es decir que estamos en presencia de un joven tal como los que hemos de encontrar en nuestro trabajo junto a las personas que viven con el VIH-SIDA. Este joven gasta su herencia llevando una vida licenciosa y es su hermano el que agregará el dato de las mujeres que, al suponerse que eran mujeres prostituidas, también podemos pensar que se trata de idolatría porque muchas veces las mujeres en situación de prostitución estaban relacionadas con templos paganos.
Vers. 14-19:
14. Ya había gastado todo, cuando sobrevino mucha miseria en aquel país, y comenzó a sufrir privaciones. 15. Entonces se puso al servicio de uno de los habitantes de esa región, que lo envió a su campo para cuidar cerdos. 16 El hubiera deseado calmar su hambre con las bellotas que comían los cerdos, pero nadie se las daba. 17 Entonces recapacitó y dijo: '¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan en abundancia, y yo estoy aquí muriéndome de hambre! 18. Ahora mismo iré a la casa de mi padre y le diré: Padre, pequé contra el Cielo y contra ti; 19 ya no merezco ser llamado hijo tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros'.
14. Ya había gastado todo, cuando sobrevino mucha miseria en aquel país, y comenzó a sufrir privaciones. 15. Entonces se puso al servicio de uno de los habitantes de esa región, que lo envió a su campo para cuidar cerdos. 16 El hubiera deseado calmar su hambre con las bellotas que comían los cerdos, pero nadie se las daba. 17 Entonces recapacitó y dijo: '¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan en abundancia, y yo estoy aquí muriéndome de hambre! 18. Ahora mismo iré a la casa de mi padre y le diré: Padre, pequé contra el Cielo y contra ti; 19 ya no merezco ser llamado hijo tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros'.
Este joven no había previsto las frecuentes hambrunas que azotaban tanto Palestina como otras partes del mundo antiguo. En esta crisis económica tiene que ocuparse del cuidado de animales impuros (Lev.11:7) y en consecuencia no estaba en condiciones de celebrar el sabbat. Además si quisiera comer las bellotas que comían los cerdos tendría que robarlas porque, como expresa el evangelista, nadie se las daba. En su mente prepara un bien estructurado discurso que no es de disculpa sino una fundamentación para trabajar como jornalero en la casa paterna ya que nada puede reclamar. En resumen: ha caído en la más profunda degradación, a los ojos de los religiosos de ese tiempo porque nos encontramos con una situación de idolatría e impureza ritual. Esta descripción nos va preparando para encontrarnos con el inexplicable amor del padre.
Vers. 20-24
20 Entonces partió y volvió a la casa de su padre. Cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió profundamente; corrió a su encuentro, lo abrazó y lo besó. 21 El joven le dijo: 'Padre, pequé contra el Cielo y contra ti; no merezco ser llamado hijo tuyo'. 22 Pero el padre dijo a sus servidores: 'Traigan en seguida la mejor ropa y vístanlo, pónganle un anillo en el dedo y sandalias en los pies. 23 Traigan el ternero engordado y mátenlo. Comamos y festejemos, 24 porque mi hijo estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y fue encontrado'. Y comenzó la fiesta.
20 Entonces partió y volvió a la casa de su padre. Cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió profundamente; corrió a su encuentro, lo abrazó y lo besó. 21 El joven le dijo: 'Padre, pequé contra el Cielo y contra ti; no merezco ser llamado hijo tuyo'. 22 Pero el padre dijo a sus servidores: 'Traigan en seguida la mejor ropa y vístanlo, pónganle un anillo en el dedo y sandalias en los pies. 23 Traigan el ternero engordado y mátenlo. Comamos y festejemos, 24 porque mi hijo estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y fue encontrado'. Y comenzó la fiesta.
Este es el núcleo de la primera parte del relato. En primer lugar el padre lo ve desde lejos, no conoce las intenciones de su hijo ni el lindo discurso que ha preparado. Simplemente se siente conmovido. El primer gesto del padre es correr en público. Esto es sorprendente porque, en ese contexto cultural, no era usual que una persona de cierta posición lo hiciera frente a sus sirvientes o en público, aún cuando estuviera apurado. Este es un gesto humillante y con el, el padre se despoja de su orgullo y de su dignidad para salir al encuentro del hijo. Este es un buen dato para una metodología de evangelización. Estamos llamados a salir al encuentro de aquellos que están excluidos y marginados de nuestras iglesias y de la sociedad despojándonos de nuestro orgullo tanto personal como institucional. Olvidarnos de qué dirán los que nos ven correr al encuentro de los despreciados. El segundo gesto es tan sorprendente como el primero: el padre lo abraza y lo besa. Estos son gesto de reconciliación y de paz. Olvidémonos de juicios morales. El hijo comienza su ensayado discurso pero el Padre no esta preparado para escucharlo. Su corazón esta disfrutando de la fiesta del encuentro y por ello le interrumpe pidiéndole a los sirvientes que traigan ropa, un anillo y sandalias. Estos son elementos simbólicos que debemos mirar con atención: las vestimentas nuevas proclaman la llegada del tiempo de salvación. El hijo es recibido con todos los honores como si por derecho evangélico ese lugar le perteneciera. Es la gracia misma de Dios. Ni el ni nosotros lo merecemos pero se nos ubica en la casa del padre por pura gracia. El anillo es el anillo con el que se sellaban los documentos de propiedad, es decir, es un compartir generoso de todos los bienes. En la casa del padre se reciben todos los bienes también por puro amor. Las sandalias son el signo de la persona libre porque solo los esclavos iban descalzos. El padre generoso le reconoce su condición de persona libre con una dignidad que nada ni nadie le ha podido quitar o hacer perder. Estas tres situaciones también ofrecen indicios para la elaboración de una pastoral de acompañamiento a las personas que viven con VIH-SIDA y el fundamento para un mensaje que les abra las puertas de nuestros corazones y de nuestras mentes porque son signos de una visible voluntad de reconciliación. ¿Estaremos como iglesias dispuestas a actuar de la misma manera?
Vers. 25-32
25 El hijo mayor estaba en el campo. Al volver, ya cerca de la casa, oyó la música y los coros que acompañaban la danza. 26 Y llamando a uno de los sirvientes, le preguntó que significaba eso. 27 El le respondió: 'Tu hermano ha regresado, y tu padre hizo matar el ternero engordado, porque lo ha recobrado sano y salvo'. 28 El se enojó y no quiso entrar. Su padre salió para rogarle que entrara, 29 pero él le respondió: 'Hace tantos años que te sirvo sin haber desobedecido jamás ni una sola de tus órdenes, y nunca me diste un cabrito para hacer una fiesta con mis amigos. 30 ¡Y ahora que ese hijo tuyo ha vuelto, después de haber gastado tus bienes con mujeres, haces matar para él el ternero engordado!'. 31 Pero el padre le dijo: 'Hijo mío, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo. 32 Es justo que haya fiesta y alegría, porque tu hermano estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido encontrado'".
25 El hijo mayor estaba en el campo. Al volver, ya cerca de la casa, oyó la música y los coros que acompañaban la danza. 26 Y llamando a uno de los sirvientes, le preguntó que significaba eso. 27 El le respondió: 'Tu hermano ha regresado, y tu padre hizo matar el ternero engordado, porque lo ha recobrado sano y salvo'. 28 El se enojó y no quiso entrar. Su padre salió para rogarle que entrara, 29 pero él le respondió: 'Hace tantos años que te sirvo sin haber desobedecido jamás ni una sola de tus órdenes, y nunca me diste un cabrito para hacer una fiesta con mis amigos. 30 ¡Y ahora que ese hijo tuyo ha vuelto, después de haber gastado tus bienes con mujeres, haces matar para él el ternero engordado!'. 31 Pero el padre le dijo: 'Hijo mío, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo. 32 Es justo que haya fiesta y alegría, porque tu hermano estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido encontrado'".
Aquí comienza la segunda parte del relato. La reacción de aquellos que son de la casa. En todo trabajo con personas que viven con VIH-SIDA, en muchos casos, las más fuertes críticas nos han de llegar de aquellas personas que están más cerca de nosotros en afectos, convicciones y comunidad. Las criticas al padre generoso no vinieron de afuera sino de su misma familia. El hijo mayor se excluye él mismo de la fiesta de la reconciliación. Su confusión, su falta de comprensión y falta de aceptación de la acción amorosa del padre le lleva a quebrar la comunión. Sus palabras ponen de manifiesto que ya no reconoce a su padre y a su hermano como tales, expresan resentimiento. Es interesante la respuesta del padre: en primer lugar le sigue llamando hijo y luego afirma que “es justo”, es decir, era necesario hacer esta fiesta porque aquel que estaba excluido ha encontrado un hogar. Nadie esta excomulgado de esta fiesta. Esta acción pastoral con los considerados impuros por la iglesia o la sociedad y los marginados también tiene que ser una preparación e imagen de aquella otra fiesta a la que nos invita Jesucristo. La música, los coros y las danzas que celebran esta pastoral deben sonar como una invitación a todos los que están siempre con el Padre, a unirse al gozo por aquellos que nos estaban y ahora están. Nunca sabremos como reaccionó el hermano mayor a la invitación del padre. El final permanece abierto al igual que nuestro actitud hoy. ¿Qué pasará y cómo será la acción de nuestras iglesias?
Conclusión:
Esta parábola ha sido contada a personas que se parecían mucho al hermano mayor. Nosotros como comunidad cristiana muchas veces nos comportamos de la misma forma. Sin dudas el Evangelio siempre será para los seres humanos un escándalo y el amor de Dios siempre sobrepasa nuestros pensamientos, valores y normas morales. Las acciones pastorales de las iglesias nunca deben perder ese cierto aire de escándalo.
Pastor Lisandro Orlov
Iglesia Evangélica Luterana Unida.
Buenos Aires. Argentina.
[1] Joachim Jeremias: “Les paraboles de Jésus” Livre de Vie. Pag. 184 sgts
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