viernes, 1 de abril de 2011

Cristianismo, tolerancia social y homosexualidad - continuación

Introducción (3 ra parte)

(Las razones de índole más material a las que alude este texto pueden consultarse hoy en una traducción razonablemente honesta de M. D. MacLeod en el vol. 8 de la edición de LC de las obras de Luciano.)

En las traducciones inglesas suelen eliminarse incluso los pasajes hostiles a la sexualidad gay,[33] y la supresión de detalles relacionados con la homosexualidad afecta relatos históricos que difícilmente pueden considerarse chocantes o excitantes, como cuando el Oxford Classical Dictionary observa que los amantes áticos Harmodio y Aristogitón mataron al tirano Hipías «movidos por diferencias privadas».[34]

Es probable que los esfuerzos más cómicos por ocultar la homosexualidad al público sean los que llevaron a cabo los editores de Loeb Classics, la colección estándar de textos clásicos griegos y latinos con traducción inglesa. Hasta hace muy poco, muchas secciones de las obras griegas de esta serie que trataban abiertamente de homosexualidad no se tradujeron al inglés, sino al latín, y ciertos pasajes explícitos en latín fueron volcados al italiano.[35] Además del comentario ambiguo de la moral de los lectores italianos que este procedimiento lleva implícito, tiene el curioso efecto de destacar todos los pasajes procaces de los principales clásicos, de modo que el lector interesado (y con el adecuado conocimiento de idiomas) sólo tiene que hojear la traducción inglesa en busca de los pasajes en latín o en italiano. La práctica se aplicó por igual a los escritores profanos y a los sagrados: se llegó a considerar que incluso las condenas cristianas de los actos homosexuales eran demasiado provocativas para los lectores ingleses.[36]

Al igual que en cualquier otro tema, las verdades a medias son más engañosas que las puras mentiras, y las mayores dificultades del historiador residen en ligeras tergiversaciones de sentido en traducciones aparentemente completas y fieles. La traducción inglesa oculta todo un tesoro de informaciones en un verso de Cornelio Nepote que dice así: «En Creta se considera loable que un joven tenga gran cantidad de aventuras amorosas».[37] En un ámbito de opinión que no diera por supuesto que las referencias a las aventuras amorosas implican automáticamente la heterosexualidad, esta traducción sólo parecería demasiado vaga; pero para los lectores modernos es lisa y llanamente falsa. El sentido original del comentario es: «En Creta se considera loable que un joven tenga todos los amantes [masculinos] posibles».[38]

A veces, la ansiedad por reinterpretar o enmascarar relatos de homosexualidad ha inducido a los traductores a introducir en los textos conceptos completamente nuevos, como cuando los traductores de una ley hitita que aparentemente regula el matrimonio homosexual, incluyen palabras que alteran por completo su significado,[39] o cuando Graves «traduce» una cláusula inexistente en Suetonio para sugerir que una ley prohíbe los actos homosexuales. En muchos casos, tales distorsiones contradicen otros fragmentos del mismo texto: en la traducción de Loeb de la Metamorfosis de Ovidio, el latín inpia virgo («niña desvergonzada») se convierte, debido a su aparición en un contexto homosexual, en «niña antinatural», aun cuando Ovidio calificara específicamente sus deseos como «naturales» sólo unos pocos versos antes.[40]

No es asombroso que sean tan raros los análisis precisos de gays en un contexto histórico cuando son tan formidables las barreras que impiden el acceso a las fuentes a todos aquellos que no sean versados en lenguas antiguas y medievales. Incluso quienes se han tomado el trabajo de aprender las lenguas necesarias, se encuentran con que la mayor parte de las ayudas léxicas rehuyen comentar el significado de términos relacionados con actos que los lexicógrafos desaprueban;[41] sólo el trabajoso cotejo y una extensísima lectura de las fuentes capacita al investigador para descubrir con cierto grado de precisión las acciones y las actitudes de culturas anteriores que no se avenían a los gustos del estudioso moderno. Mientras una nueva generación de traductores no quite las hojas de parra, la investigación en gran escala seguirá siendo muy difícil.

Una segunda dificultad para la investigación de este tipo de intolerancia es que versa sobre cuestiones sexuales y emocionales esencialmente personales,[42] que raramente se registran en documentos oficiales, salvo en sociedades que se caractericen por la hostilidad a tales sentimientos y en las que se hayan adoptado medidas para eliminarlos. Sin embargo, incluso este tipo de registro es falaz, y no cabe duda de que sería erróneo sacar conclusiones relativas a la situación de los gays en la mayor parte de las ciudades norteamericanas a partir de las sanciones legales que teóricamente les afectan, y es indudable que estudios preciosos sobre este tema se equivocaron al cargar demasiado el acento en la existencia de estatus restrictivos. La simple observación de que algo es ilegal puede ser sumamente engañosa si no se comenta al mismo tiempo en qué medida esas leyes se respetaban, se apoyaban o se aprobaban. Los monumentos de amor son principalmente literarios: lo que una factura de venta o un registro de impuestos son a la historia económica, son los poemas y las cartas a la historia de las relaciones personales y de las actitudes a ellas asociadas. En consecuencia, este estudio se apoya mucho más en las fuentes literarias que la mayor parte de los textos históricos. A menudo las obras literarias se centran en lo insólito y pueden presentar más bien lo extraño que lo ordinario, pero esto también vale para las fuentes históricas más convencionales, que en general registran acontecimientos notables más que sucesos comunes. En especial durante la Edad Media –cuando el resultado de las aventuras militares podía comunicarse mediante una poesía bastante fantástica, y los historiadores sobrios informaban a sus lectores acerca de milagrosos acontecimientos que incluso los contemporáneos encontraban increíbles– no había clara división entre fuentes históricas y fuentes literarias, de modo que el problema es menos grave de lo que podría parecer.

Sin embargo, las fuentes literarias presentan problemas especiales. Muchos de ellos se analizarán más adelante y en forma individual a medida que se vayan planteando, pero hay uno de carácter general que merece una consideración preliminar: el cuestionamiento de esas fuentes en calidad de registros históricos sobre la base de lo que podría denominarse «teoría histórica de la emanación literaria». De acuerdo con este enfoque, si se puede demostrar que algo ha tenido un antecedente literario en una cultura anterior, su aparición en una posterior carece de significado en cualquier contexto que no sea el de la derivación artística. Por ejemplo, si los escritores romanos imitan la poesía homosexual griega, se puede tener la seguridad de que esos versos son meras imitaciones y que no representan sentimientos verdaderos. Se supone que si es posible mostrar que los griegos imitaron formas anteriores, tampoco ellos habrían experimentado sentimientos homosexuales, y la verdadera empresa del conocimiento histórico estribaría en descubrir el pueblo original que fue el único en experimentar emociones reales y el que legó al resto de la especie humana los motivos que las literaturas posteriores imitaron luego mecánicamente. Es evidente que la imitación de temas homosexuales es un hecho significativo por sí mismo. En la mayoría de las culturas occidentales previas a la segunda mitad del siglo XX, era imposible publicar poesía homosexual de ningún tipo sin peligro de persecución, aun cuando se reconocieran los intereses homosexuales de los griegos y la poesía de éstos fuera objeto de estudio y de admiración. El que los autores romanos publicaran un considerable volumen de poesía homosexual –con o sin ostensible influencia helénica– es una prueba de una gran diferencia entre la sociedad romana y las posteriores. La cantidad de maneras de expresar la atracción erótica es limitada, y más limitada aún la variedad de sexos objeto de esta atracción. Es ridículo valerse del hecho de que un autor se sienta atraído por ambos sexos como prueba de su derivación de Ovidio, o de sus sentimientos pederastas como prueba de su imitación de fuentes griegas. Todo aquel que se sienta estimulado por muchachos puede escribir sinceramente versos pederastas, no obstante haberlo hecho antes los griegos. En este contexto es notable: a) que nunca se sugiera que las imitaciones de la poesía lírica heterosexual sean una prueba de que los escritores en cuestión no tienen auténtica experiencia de atracción heterosexual, teoría igualmente probable desde el punto de vista de la «emanación histórica»; y b) que el hecho de que los escritores cristianos posteriores imitaran regularmente los estilos literarios de los padres de la Iglesia no se considere como prueba de falta de sinceridad: por el contrario, en este contexto, la consciente conservación de una tradición literaria se tiene como demostración de la persistencia de los sentimientos que dieron origen a esa tradición. Una última desventaja estriba en la dificultad de evitar los estereotipos anacrónicos, que constituye un problema científico mucho más serio tanto para el autor como para el lector de este tipo de estudios. Es improbable que, en toda la historia de Occidente, haya habido una época en que los gays fueran víctimas de una intolerancia más extendida y violenta que durante la primera mitad del siglo XX, de modo que no cabe esperar que las conclusiones sobre la homosexualidad que se infieran a partir de las observaciones de los gays en las naciones occidentales modernas produzcan generalizaciones más correctas y objetivas que las realizadas sobre los judíos en la Alemania nazi o los negros en el sur de Estados Unidos antes de la Guerra de Secesión. Hasta hace muy poco, era pequeñísimo el porcentaje de gays que querían identificarse en público como tales, y esas personas, dadas las reacciones que con toda razón podían esperar, debían de ser atípicas.

Por tanto, es menester una extrema prudencia a la hora de proyectar en los datos históricos ideas sobre los gays que sólo derivan de muestras modernas, y probablemente atípicas por completo, de este tipo de personas. La idea de que los hombres gays son menos masculinos, por ejemplo, y de que las mujeres gays son menos femeninas, deriva casi seguramente más de la antipatía a la homosexualidad que de la observación empírica. En las culturas que profesan intolerancia respecto de los gays existe una creencia generalizada de que los varones sólo se verán eróticamente afectados por lo que esas culturas consideran femenino –y las mujeres, sólo por lo que se define culturalmente como masculinidad–, y esa creencia lleva inevitablemente a prever que los varones que deseen atraer a otros varones serán «femeninos», y las mujeres eróticamente interesadas en otras mujeres serán «masculinas». La conformidad atípica a las expectativas en lo relativo al sexo se muestra distribuida al azar en la mayor parte de las poblaciones, con total independencia de la preferencia sexual; pero bastará un pequeño porcentaje de mujeres gays más masculinas, o unos pocos hombres gays más femeninos que sus contrapartidas no-gays, para confirmar el estereotipo en la mente de un público predispuesto a creer en él y en general desprovisto de amplios muestreos de control. (De ser posible, se ignora la existencia de hombres afeminados que no sean gays o de mujeres heterosexuales masculinas, o bien se los considera como parte del abanico normal de la adaptación humana.)

Sin embargo, no debe pensarse que tales estereotipos afectaran a las sociedades más tolerantes, ni que se diera por supuesta alguna conexión entre homosexualidad y conducta sexualmente «inapropiada».[43] Por el contrario, entre los pueblos antiguos que reconocían la probabilidad y la propiedad del interés erótico entre personas del mismo sexo, se solía suponer que los hombres que amaban a otros hombres debían ser más masculinos que sus contrapartidas heterosexuales, debido al razonamiento lógico (aunque no convincente) de que los hombres que amaban a hombres los emularían y tratarían de parecérseles, mientras que los hombres que amaban a mujeres terminarían asemejándose a ellas, esto es, «afeminados». (Probablemente la inversa fuera cierta para las mujeres, pero la preocupación por los roles sexuales femeninos no parece haber sido tan aguda en todas las épocas.) Posiblemente, el ejemplo más llamativo de este contraprejuicio es el discurso de Aristófanes en El banquete de Platón. Leemos en este diálogo, 192a: Quienes aman a hombres y sienten placer en acostarse con hombres y en ser abrazados por hombres son también los muchachos más hermosos y jóvenes, y –naturalmente– los más masculinos. Los que los acusan de desvergüenza mienten; no hacen tal cosa por falta de vergüenza, sino que abrazan lo que es como ellos por pura valentía, por pura virilidad. Una prueba clara de esto nos la da el hecho de que, una vez adultos, son los únicos que se comportan como hombres en sus carreras públicas.


(Cf. el discurso de Fedro. Este pasaje puede ser una caricatura, pero no por eso es menos revelador.)

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[34] OCD, s. v. «Aristogitón»; para una discusión más abierta, véase comentarios de Platón, más adelante en el capítulo Definiciones.

[35] La última edición LC de obras de Marcial (1968) proporciona traducciones inglesas de pasajes que en ediciones previas se habían impreso en italiano. En correspondencia personal, el editor, G. P. Goold me informó de que los nuevos fragmentos ingleses eran «de editorial». No hay en el texto mismo indicación alguna de autoría de los pasajes recientemente traducidos. Para un ejemplo griego, véase más adelante, o bien ediciones de Diógenes Laercio, para ejemplos latinos, véase LC, Marcial, Juvenal, Suetonio, Catulo, etc.

[36] Como en la Epístola de Bernabé de LC (en The Apostolic Fathers), 10: 6-8 (1: 377; cf. el original en p. 376). A menudo el latín es impreciso: véase más adelante, p. 169. En Fathers of the Second Century, los padres prenicenos, vol. 2, ed. C. Coxe, Nueva York, 1885, hay pasajes del Paedagogus de Clemente de Alejandría que se presentan en latín y no en inglés (por ej., pp. 259, 260-262). Se hallará una traducción completa en la serie Fathers of the Church.

[37] Cornelio Nepote, On the Great Generals, trad. de J. Rolfe, Nueva York, 1929, pref. 4, p. 369.

[38] Laudi in Creta ducitur adulescentulis quam plurimos habuisse amatores, ibíd., p. 368. Una impresión completamente engañosa es también la que produce la traducción LC de un verso de Séneca Padre, que da a entender que un liberto fue juzgado por cargos de homosexualidad: «mientras defendía a un liberto al que se acusaba de ser amante de su patrono» (Controversiae, 4.10, trad. M. Winterbottom, Londres, 1974, p. 431). La palabra que se ha traducido por «amante» significa en realidad «concubino» y se usa en la literatura latina para designar a un esclavo oficialmente empleado para el desahogo sexual. La crítica del empleo de un liberto con esta finalidad es una objeción tan débil respecto de la homosexualidad como la crítica de la prostitución femenina lo es respecto de la heterosexualidad. Además, en la versión latina no está en absoluto claro que la homosexualidad tenga nada que ver con los cargos contra el liberto: la interpretación más probable es que esto sólo se trajo a colación como un recurso más de reprobación durante el juicio por otras acusaciones.

[39] Para la ley y la interpolación, véase E. Neufeld, The Hittite Laws, Londres, 1951, pp. 10-11; también J. B. Pritchard, Ancient Near Eastern Texts Relating to the Old Testament, Princeton, N.J., 1950, p. 194). Sobre opiniones en desacuerdo, véase J. Pedersen, Israel, Oxford, 1926, 1: 66; D. R. Mace, Hebrew Marriage, Londres, 1953, p. 224; y Bailey, pp. 35-36. Los hititas también tenían leyes que prohibían específicamente el incesto padre-hijo (cuadro 2, 189), restricción que difícilmente se podría encontrar en una sociedad en que la homosexualidad no fuera asaz conocida y (al menos en ciertos contextos) legal.

[40] Ovidio, Metamorfosis, 10.345, trad. Frank Miller (Metamorphoses, 1916; reimpr., Cambridge, Mass., 1976), 2:89; en contradicción con los versos 324 ss., esp. 330-331. «Antinatural» es un anacronismo o una inserción que gozaba de la preferencia de los traductores, convencidos de que todas las épocas habían considerado la conducta homosexual a través de la lente de los prejuicios modernos. Podrían citarse centenares de ejemplos. H. Rackham traduce el griego άημπμξ (tal vez, «indecoroso») por «antinatural» en la Nicomachean Ethics [Ética a Nicómaco] de la LC, Nueva York, 1926, 7.5.3, aun cuando Aristóteles juzgaba específicamente esta conducta como «natural» y él mismo la criticaba por su índole «animal» (por ej., εδνζώδεζξ). También la edición de NEB incorpora este concepto en Jer, 5, 25 («Tu mal comportamiento ha subvertido el orden de la naturaleza»), aún cuando el hebreo “ עֲוֹנֽוֹתֵיכֶם הִטוּ־אֵלֶה no menciona en absoluto la «naturaleza», y el concepto era desconocido para el autor de Jeremías. (Incluso la LXX, cuyos autores probablemente estaban familiarizados con este concepto, vierten el pasaje sin referencia a la «naturaleza»; la edición KJV dice: «Tus iniquidades han hecho desaparecer estas cosas».) En contraste, la edición de NEB no incluye el concepto de «naturaleza» en su traducción de Judas 10, aun cuando está presente en la versión griega.

[41] Por ejemplo, en el léxico normal del griego clásico (LSJ), bajo la trivial palabra ποβίγεζκ se encuentra, más que un equivalente inglés, el latín paedico. Y si entonces se consulta el léxico latino normal, A Latin Dictionary, ed. C. T. Lewis y Charles Short, Oxford, 1879, para buscar qué significa paedico, se lee: «que practica vicio antinatural». En realidad, ambas palabras significan muy específicamente «penetrar el ano», concepto que sin dudapuede resultar desagradable a muchas sensibilidades, pero al que es menester aproximarse mucho más que la vaga expresión «que practica vicio antinatural». El significado preciso de ποβίγεζκ y de paedico suele ser decisivo en los textos clásicos. Para un empleo todavía más engañoso, véase ibíd., s.v. irrumo, una interesante palabra latina que no tiene equivalente en ninguna lengua europea. Lewis y Shon dicen que significa «tratar de una manera ofensiva o vergonzosa, abusar, engañar» y citan a Catulo como fuente. En este pasaje de Catulo, como en tantos otros sitios, la palabra significa «ofrecer el pene para una chupada», y es una pena que el único significado de esta palabra deba ocultarse al público. Hasta la identidad de las partes del cuerpo es escamoteada al público de habla inglesa; Lewis y Short dan mentula (que quiere decir «picha» o «polla») por membrum virile. Para el griego, Jeffrey Henderson ha publicado hace poco una excelente herramienta de trabajo, The Maculate Muse: Obsceno Language in Attic Comedy, New Haven, 1975, aunque, desgraciadamente, las secciones relativas a la homosexualidad dejan mucho que desear en precisión y objetividad. No hay equivalente para el latín.

[42] Pero no necesariamente privadas: los atenienses y los romanos son muy abiertos en materia de sentimientos homosexuales, y las relaciones gays eran «públicas» en el sentido de abiertamente reconocidas y generalmente aceptadas. Sin embargo, no requerían la supervisión ni la regulación del Estado de la misma manera que las relaciones heterosexuales, de modo que los registros acerca de su existencia son más escasos y más personales. Esquines vs. Timarco, el Erotíkós de Demóstenes y otras pocas oraciones públicas sobre el tema constituyen raras excepciones a lo que se acaba de afirmar.

[43] Esto es particularmente cierto del «afeminamiento» en los varones. El uso de la feminidad como medida de indeseabilidad o de debilidad pertenece más bien a un estudio de la misoginia; los otros sentidos de «afeminado», esto es, «cobarde», «débil», «moralmente inferior», sin mayor pertinencia a los varones gays que a los que no gays, quedan por completo excluidos de este estudio.
[33] Por ejemplo, en la traducción de H. von E. Scott y C. C. Swinton Bland del diálogo de César de Heisterbach, The Dialogues on Miracles, Londres, 1929, se han suprimido diversos detalles del castigo que se inflige a un sacerdote muerto por actos homosexuales, pp. 157-159; cf. el original citado más adelante en el capítulo La Alta Edad Media, n. 46.

martes, 29 de marzo de 2011

Juan 9. El ciego de nacimiento y los interrogantes de los opresores.

ESTUDIO BÍBLICO:

Juan 9. El ciego de nacimiento y los interrogantes de los opresores.

Curación de un ciego de nacimiento

Vers. 1-5:
Al pasar, vio a un hombre ciego de nacimiento. Sus discípulos le preguntaron: "Maestro, ¿quién ha pecado, él o sus padres, para que haya nacido ciego?". "Ni él ni sus padres han pecado, respondió Jesús; nació así para que se manifiesten en él las obras de Dios. Debemos trabajar en las obras de aquel que me envió, mientras es de día; llega la noche, cuando nadie puede trabajar. Mientras estoy en el mundo, soy la luz del mundo".

Introducción:

Vers. 1-5. El discípulo muy naturalmente pregunta por las características, origen y significado de la enfermedad que afecta joven ciego de nacimiento. La creencia popular de aquel tiempo admitía dos explicaciones para situaciones como estas: 1) Esta persona habría cometido un pecado como causa de la enfermedad, o 2) sus padres habrían pecado y el niño sufriría las consecuencias. En resumen, el discípulo estaba preguntando por aquello que había ocurrido como para llegar a esta situación de enfermedad. La relación entre enfermedad y pecado estaba muy condicionada como explicación del origen de las epidemias. La respuesta de Jesús es muy clara: “Ni él ni sus padres han pecado, nació así para que se manifiesten en él las obras de Dios”. Dicho en otras palabras, nada de lo que hubiera podido ocurrir en el pasado, relacionado con la conducta moral o ética de esta persona o de sus padres, son explicaciones válidas de una enfermedad. No existe una explicación de este tipo para la enfermedad de una persona. Es exactamente la misma argumentación del Libro de Job en el Antiguo Testamento. Allí son los amigos de Job los que a lo largo de todo el libro buscan relacionar algún error, pecado o falta conocida o desconocida, como causal de las calamidades actuales de Job. La estructura de este pensamiento vigente en aquel entonces y, aún muy vivo en el pensamiento de muchas personas religiosas en nuestro tiempo, nos conduce a una extraña teología en la cual los sanos son bendecidos por Dios y esa salud física es expresión de un correcto comportamiento ético y moral. En cambio los enfermos serían signos visibles del rechazo divino a personas moralmente incorrectas. Esta teología es, por supuesto insostenible, desde una perspectiva evangélica. Jesús no busca este tipo de explicación. El origen de las enfermedades, lo sabemos hoy, son los microbios, los gérmenes, los bacilos, las bacterias, etc.

Indudablemente Dios puede utilizar el sufrimiento vivido por una persona para manifestar su poder y desde esa perspectiva adquiere una significación que no tenía antes y que tampoco la tiene fuera de este contexto. La acción de Dios frente a los enfermos y las enfermedades es de misericordia y nunca de juicio.

Preguntas para reflexionar :

1. ¿Qué tiene en común la situación del ciego con nuestra situación en la epidemia del SIDA ?

2. Si preguntamos por las causas de la enfermedad de una persona, ¿no estaremos ya buscando enjuiciar porque presuponemos que algo malo ocurrió en el plano moral o ético?

3. ¿Podemos decir categóricamente enfermedad es sinónimo de castigo divino y que el gozar de buena salud es signo claro de aprobación de Dios?.

4. ¿Podemos decir que todos los enfermos son pecadores y los sanos son justos y salvos?

· “...el sufrimiento, cuando se sabe que uno es hijo o hija de Dios, aparece a una luz nueva. El judaísmo antiguo es, en este punto, muy cruel. Cada sufrimiento es castigo por un determinado pecado particular. Tal es la firme convicción de la época (véase Juan 9 :2). Dios velaría porque la culpa y el castigo se rijan exactamente por el principio de “medida por medida”. Cuando se encuentra a un tullido, paralítico, ciego o leproso, es obligación piadosa murmurar : “¡Alabado sea el Juez fiel !” Cuando muere un niño pequeño, tiene que haber habido determinados pecados de los padres, pecados que Dilos ha castigado. Y, así, en el sufrimiento se ve el azote de Dios. Jesús rechaza enérgicamente que se hagan tales elucubraciones....El sufrimiento es, más bien, una llamada a la conversión : una llamada dirigida a todos. Mientras que los contemporáneos pregunta : “¿Por qué envía Dios el sufrimiento?”, los discípulos de Jesús deben preguntar : “Para qué envía Dios el sufrimiento? (Joachim Jeremias : “Teología del Nuevo Testamento” Vol. I pag. 216)

Vers. 6-7:
Después que dijo esto, escupió en la tierra, hizo barro con la saliva y lo puso sobre los ojos del ciego, diciéndole: "Ve a lavarte a la piscina de Siloé", que significa "Enviado". El ciego fue, se lavó y, al regresar, ya veía.

ver. 6 a 7 : El uso de la saliva como gesto de sanidad en la realización de un milagro, en el vocabulario simbólico del evangelista, nos lleva al contexto de una nueva creación. Es un gesto de un nuevo comienzo, de nueva vida y de una segunda oportunidad. En el libro del Génesis el gesto de creación es barro y soplo mientras que en Juan es barro formado con saliva. La curación obrada por Jesús es una recreación de la dignidad de la persona en su plenitud. El envío a la piscina de Siloé también lo podríamos interpretar como un signo que nos recuerda el bautismo que nos conduce al vocabulario de morir y renacer.

Preguntas para reflexionar :

· Frente a las etiquetas impuestas por la sociedad en la que vivimos, ¿podría la comunidad cristiana ser un santuario que protege la dignidad y la identidad de toda persona ?

Vers. 8-12: Los vecinos y los que antes lo habían visto mendigar, se preguntaban: "¿No es este el que se sentaba a pedir limosna?". Unos opinaban: "Es el mismo". "No, respondían otros, es uno que se le parece". El decía: "Soy realmente yo". î Ellos le dijeron: "¿Cómo se te han abierto los ojos?". El respondió: "Ese hombre que se llama Jesús hizo barro, lo puso sobre mis ojos y me dijo: 'Ve a lavarte a Siloé'. Yo fui, me lavé y vi". Ellos le preguntaron: "¿Dónde está?". El respondió: "No lo sé".

Vers. 8 a 12 : Cuando la persona ciega es restituida en su plenitud y en su dignidad, porque salud y dignidad iban juntas en el contexto de pensamiento judío de aquel tiempo, los vecinos reaccionaron extrañados y con una profunda ironía. Todo el diálogo revela esa sospecha e incredulidad. Los vecinos ponen en duda la nueva identidad de esta persona ciega, no pueden creer en la acción de Dios que devuelve al ciego a su lugar de dignidad en la sociedad y en la comunidad de fe. El núcleo de este relato está en la actitud de Jesucristo que nos enseña que el rigorismo está en contra de la voluntad de Dios.

Preguntas para reflexionar:

· Como comunidad cristiana, ¿puede nuestra presencia junto a las personas que viven con VIH-SIDA recrear la dignidad y defender el lugar que le pertenece por derecho evangélico en la comunidad humana?

Vers. 13-17:
El que había sido ciego fue llevado ante los fariseos. Era sábado cuando Jesús hizo barro y le abrió los ojos. Los fariseos, a su vez, le preguntaron cómo había llegado a ver. El les respondió: "Me puso barro sobre los ojos, me lavé y veo". Algunos fariseos decían: "Ese hombre no viene de Dios, porque no observa el sábado". Otros replicaban: "¿Cómo un pecador puede hacer semejantes signos?". Y se produjo una división entre ellos. Entonces dijeron nuevamente al ciego: "Y tú, ¿qué dices del que te abrió los ojos?". El hombre respondió: "Es un profeta".

Vers. 13-17: La defensa y justificación del ministerio con las personas que viven con el VIH-SIDA, actualmente no es necesaria hacerla frente los extraños a la fe cristiana sino con los miembros más cercanos de la comunidad de fe, de los amigos y de los familiares. Los más grandes cuestionamientos a esta acción de reconstrucción de lazos fraternos, de inclusividad, de anuncio de buenas nuevas se producen dentro del círculo más estrecho e íntimo de todos aquellos que se sienten llamados a esta acción pastoral.

Preguntas para reflexionar

· Debemos analizar si nuestra comunidad y nosotros mismos estamos dispuestos a desafiar el “sábado” (un erróneo uso de las Escrituras) para comprometernos en la promoción de los derechos humanos de las personas que viven con VIH-SIDA o en la construcción de una acción educativa que sea completa y científicamente fundada.

Vers. 18-23:
Sin embargo, los judíos no querían creer que ese hombre había sido ciego y que había llegado a ver, hasta que llamaron a sus padres y les preguntaron: "¿Es este el hijo de ustedes, el que dicen que nació ciego? ¿Cómo es que ahora ve?". Sus padres respondieron: "Sabemos que es nuestro hijo y que nació ciego, pero cómo es que ahora ve y quién le abrió los ojos, no lo sabemos. Pregúntenle a él: tiene edad para responder por su cuenta". Sus padres dijeron esto por temor a los judíos, que ya se habían puesto de acuerdo para excluir de la sinagoga al que reconociera a Jesús como Mesías. Por esta razón dijeron: "Tiene bastante edad, pregúntenle a él".

Vers. 18-23: Muchas familias, por temor a ser aisladas y estigmatizadas ellas mismas, también abandonan a sus hijos o hijas cuando más les necesitan en medio de la epidemia de VIH-SIDA. Muchas veces los líderes religiosos sinceros, pero con una equivocada metodología bíblica, son los más duros en emitir juicios y condenas. El uso con fines discriminatorios que se quiere hacer de los resultados de los análisis de sangre que detectan la presencia del virus del VIH es francamente ilegal e inmoral. Una de las condiciones para se excluido de la sinagoga era el reconocer a Jesús como Mesías y Señor. Este era el credo de la iglesia apostólica.

Preguntas para reflexionar:

· ¿No sería suficiente para reconocer a una persona como miembro del Cuerpo de Cristo el que proclame que Jesús es Mesías y Señor?

· En este preguntar la misma persona sobre lo sucedido, no nos llevaría a pensar en la necesidad de que la comunidad cristiana se transforme en abogada de la confidencialidad del diagnóstico teniendo en cuenta las graves consecuencias que pueden aparecer en el nivel de trabajo, familia, escuela.

Vers. 24-34:
Los judíos llamaron por segunda vez al que había sido ciego y le dijeron: "Glorifica a Dios. Nosotros sabemos que ese hombre es un pecador". "Yo no sé si es un pecador, respondió; lo que sé es que antes yo era ciego y ahora veo". Ellos le preguntaron: "¿Qué te ha hecho? ¿Cómo te abrió los ojos?". El les respondió: "Ya se lo dije y ustedes no me han escuchado. ¿Por qué quieren oírlo de nuevo? ¿También ustedes quieren hacerse discípulos suyos?". Ellos lo injuriaron y le dijeron: "¡Tú serás discípulo de ese hombre; nosotros somos discípulos de Moisés! Sabemos que Dios habló a Moisés, pero no sabemos de donde es este". El hombre les respondió: "Esto es lo asombroso: que ustedes no sepan de dónde es, a pesar de que me ha abierto los ojos. Sabemos que Dios no escucha a los pecadores, pero sí al que lo honra y cumple su voluntad. Nunca se oyó decir que alguien haya abierto los ojos a un ciego de nacimiento. Si este hombre no viniera de Dios, no podría hacer nada". Ellos le respondieron: "Tú naciste lleno de pecado, y ¿quieres darnos lecciones?". Y lo echaron.

Vers. 24-34: Nos enfrentamos a dos posiciones encontradas: por un lado están ubicados los fariseos que con las Escrituras en las manos, han podido demostrar que Jesús quebrantó la legislación y la tradición con relación al sábado y en consecuencia es evidentemente un pecador. El “ciego” de nacimiento afirma que Jesús lo ha curado, es decir, le ha quitado estigma de su vida lo que le permite reincorporarse a la sociedad civil y religiosa. Desde esta reconstrucción de su lugar de dignidad en la comunidad confiesa que Jesús es un profeta. Esta confesión es causa de excomunión. Aquello que los padres del ciego temían confesar, el hijo tiene la valentía de hacerlo sin importarle las consecuencias. Aquellos que eran considerados sabios en esta historia, muestran que en realidad son los verdaderos ciegos de la historia. Sus equivocados conocimientos teológicos y el mal luso de las Escrituras les han impedido comprender la realidad. El ciego puede hablar y dialogar en este relato. La voz del excluido y del marginado es escuchada como metodología para construir una pastoral.

Preguntas para reflexionar:

· Cuando se desea construir una acción educativa de prevención, o una acción pastoral: ¿con quién debemos dialogar?

· Al ser expulsado el ciego de la sinagoga: ¿de qué lado se ubico Jesús?.

Vers. 35-38
Jesús se enteró de que lo habían echado y, al encontrarlo, le preguntó: "¿Crees en el Hijo del hombre?". El respondió: "¿Quién es, Señor, para que crea en él?". Jesús le dijo: "Tú lo has visto: es el que te está hablando". Entonces él exclamó: "Creo, Señor", y se postró ante él.

Vers. 35-38: Al enterarse Jesús de que el ciego al cual había curado fue expulsado de la sinagoga, se acerca y le hace una pregunta muy simple pero profunda: “Crees en el Hijo del Hombre”. Este es el único requisito de inclusión en la comunidad cristiana. Esta pregunta suena también como una cálida invitación. En el lenguaje del evangelista Juan el título “Hijo del Hombre” puede significar el modelo arquetípico al cual es llamado todo ser humano, es el proyecto del ser humano nuevo que se relaciona armónicamente con Dios, con sus semejantes y con la creación. En realidad Jesús le está preguntando si cree en ese proyecto de vida que ha venido a revelar y mostrar que es posible vivirlo ahora y aquí. El verdadero milagro no está ubicado en la curación de la vista sino en la curación de la mente y del corazón. El milagro es la confesión del ciego que hace suyo el proyecto de Dios.

Preguntas para reflexionar:

· ¿Qué pre-requisito impuso Jesús al ciego para curarlo?

· ¿Qué consecuencias prácticas tiene en la vida del ciego el desafío religioso e institucional de Jesús?

· ¿Qué significa esta acción en una tarea educativa y pastoral hoy en la iglesia?

Vers. 39-41:
Después Jesús agregó: "He venido a este mundo para un juicio: Para que vean los que no ven y queden ciegos los que ven". Los fariseos que estaban con él oyeron esto y le dijeron: "¿Acaso también nosotros somos ciegos?". Jesús les respondió: "Si ustedes fueran ciegos, no tendrían pecado, pero como dicen: 'Vemos', su pecado permanece".

Vers. 39-41: Jesús vino al mundo para revelar la voluntad de Dios. El ver del mundo es diferente del ver de Cristo. La mirada de Dios no es exactamente igual a la mirada de los seres humanos. Los que ven según las reglas del mundo son muchas veces ciegos desde la perspectiva del Reino. La acción pastoral de Jesús pone al descubierto esta situación. La epidemia del VIH-SIDA esta produciendo un efecto revelador de situaciones de exclusión, de ceguera, tanto en la sociedad como en las iglesias cristianas. Muchos que se creían excluidos de la comunión que Dios está construyendo con los seres humanos en la historia, descubren que son el objeto del amor de Dios. También está poniendo bajo la luz del evangelio las actitudes de exclusión y falta de comunión de muchas personas sinceramente religiosas pero equivocadas. A la luz de esta epidemia estamos descubriendo la mezquindad de nuestro amor, lo poco inclusiva que son nuestras comunidades, lo ilusorio de nuestra comunión y los infinitos temores y prejuicios que aún debemos enfrentar.

Preguntas para reflexionar:

· ¿Podemos intentar una respuesta a la primera pregunta de los discípulos al comienzo del relato?

· ¿Podemos intentar aplicar este pasaje a la realidad revelada por la epidemia del VIH-SIDA?

Pastor Lisandro Orlov
Agosto de 1999

jueves, 24 de marzo de 2011

Cristianismo, tolerancia social y homosexualidad - continuación

Cristianismo tolerancia social y homosexualidad
Introducción (continúa)

A pesar de que las categorías «realistas» de lo «natural» y lo «antinatural» se usan con gran imprecisión,[18] pueden mencionarse dos supuestos que subyacen en la creencia en la «antinaturalidad» de la homosexualidad en concepciones comparativamente «realistas» de la «naturaleza». Es probable que el más reciente de ellos, el de que el comportamiento intrínsecamente no reproductivo es «antinatural» en sentido evolucionista, se aplique de manera incorrecta a los gays. En todo caso, es difícil imaginar que la falta de reproducción haya podido conducir a la intolerancia de los gays en las sociedades antiguas, que idealizaban el celibato, ni en las modernas, que consideran perfectamente «natural» la masturbación, puesto que tanto una práctica como la otra tienen consecuencias reproductivas idénticas a las de la actividad homosexual. Evidentemente, esta objeción es más una justificación que una causa del prejuicio.

El segundo supuesto estriba en la idea de que la homosexualidad no tiene lugar entre animales, con excepción de la especie humana. En primer lugar, es fácil demostrar que no es verdad: la conducta homosexual, que a veces implica la formación de parejas, se ha observado en muchas especies animales tanto en libertad como en cautiverio.[19] Ya en época de Aristóteles se había comprobado este hecho y, por increíble que parezca, lo aceptan individuos que, a pesar de ello, siguen repudiando el comportamiento homosexual en razón de su ausencia en otros animales. En segundo lugar, la afirmación se sostiene también sobre otro supuesto –el de que el comportamiento típicamente humano no es «natural»–, insostenible en casi cualquier contexto, ya sea biológico, ya filosófico. En efecto, muchos animales presentan conductas peculiares a su especie, pero a nadie se le ocurre que tal comportamiento sea «antinatural»; por el contrario, se lo considera parte de la «naturaleza» de la especie en cuestión y es útil a los taxonomistas para distinguir la especie de otros tipos de organismo. Si la especie humana fuera la única en mostrar deseos y conducta homosexuales, difícilmente podría esto servir como fundamento para incluir unos y otra en la categoría de lo «antinatural». La mayor parte de las conductas que las sociedades humanas más admiran son conductas exclusivamente humanas: ésta es en verdad la razón principal por la cual se las respeta. Nadie puede siquiera imaginar que la sociedad humana se resista «naturalmente» a la alfabetización porque se trate de algo desconocido entre otros animales.

2. Una categoría completamente ajena a la oposición «natural/antinatural» depende de lo que podría denominarse «naturaleza ideal».[20] Los conceptos de «naturaleza ideal» se asemejan a los significados de «naturaleza real» y están marcadamente influidos por éstos, pero también difieren radicalmente en tanto presuponen explícitamente que la «naturaleza» es «buena».[21] Tanto si se piensa que la «naturaleza ideal» incluye todas las cosas físicas como que sólo comprende las no humanas, siempre se ha creído que opera con vistas a lo «bueno». Hay cosas «naturales» que pueden ser tristes, extremadamente penosas, incluso tener aspecto de malas, pero se puede mostrar que, a largo plazo y en gran escala, todas tienen como resultado final algo deseable o valioso. Todo lo que es verdaderamente vicioso o malo debe ser «antinatural», pues la «naturaleza» no puede producir el mal por sí mismo. Los conceptos de «naturaleza ideal» están vigorosamente condicionados por la observación del mundo real, pero, en última instancia, están determinados por valores culturales. Esto es particularmente notable en el caso de lo «antinatural», que en tal sistema se convierte en un vehemente circunloquio de «malo» o «inaceptable». Una conducta que para los individuos que se hallan bajo la influencia de la «naturaleza ideal» sea ideológicamente tan extraña o personalmente tan repugnante que no parezca presentar ninguna cualidad que la redima, merecerá el calificativo de «antinatural» prescindiendo de que no ocurra nunca o de que ocurra a menudo en la naturaleza («real»), entre los seres humanos o en los animales inferiores, pues habrá que suponer que jamás, bajo ninguna circunstancia, pudo haber sido producida por una naturaleza «buena». No es sorprendente que los partidarios de las concepciones «idealistas» de la naturaleza tilden a menudo de «antinatural» el comportamiento sexual que les merece objeción desde el punto de vista religioso o personal. Lo sorprendente es en qué medida quienes niegan conscientemente la naturaleza «ideal» se ven influidos por aquella descalificación. El caso de las actitudes respecto de los gays ilustra claramente esta confusión, así como la existente entre convicción religiosa y antipatía personal.

La idea de que la homosexualidad es «antinatural» (introducida tal vez por una observación incidental de Platón)[22] se extendió en el mundo antiguo debido al triunfo de los conceptos «idealistas» de naturaleza sobre los «realistas».[23] En particular durante los siglos inmediatamente posteriores al surgimiento del cristianismo, las escuelas filosóficas que veían en la «naturaleza» idealizada la piedra de toque de la ética humana ejercieron una profunda influencia en el pensamiento occidental y popularizaron la noción de que toda sexualidad no procreadora era «antinatural». Aunque posteriormente este argumento cayó en descrédito, en el siglo XIII fue resucitado por la escolástica al punto de convertirse en un concepto decisivo, incluso de control en todas las ramas del saber, desde las ciencias técnicas a la teología dogmática. Las consideraciones científicas, filosóficas e incluso morales que subyacen a este enfoque han sufrido desde entonces una pérdida casi total de prestigio y son conscientemente rechazadas por la mayor parte de las personas cultas; pero aún persiste el impacto emocional de términos tales como «antinatural» y «contra natura». A pesar de que la idea de que los gays «hacen violencia a la naturaleza» precede en dos milenios al surgimiento de la ciencia moderna y se basa en conceptos totalmente ajenos a ella, hay mucha gente que transfiere el antiguo prejuicio a un imaginario marco científico de referencia sin advertir las grandes contradicciones implícitas en ello, y concluyen que la conducta homosexual hace violencia a la «naturaleza» que describen los científicos modernos y ya no a la «naturaleza» que idealizaran los filósofos antiguos.

Incluso en el nivel de la moral personal, la persistencia del concepto de «antinatural» en este contexto, una vez abandonado en casi todos los otros, constituye un índice significativo del prejuicio en el que realmente se inspira. Hubo en la historia sistemas éticos basados en la «naturaleza» que rechazaron conductas tales como afeitarse, cultivar flores dentro de la casa, colorear vestimentas, bañarse con regularidad, controlar la natalidad y otras muchas actividades que realizaban diariamente los mismos individuos que empleaban el término «antinatural» para justificar su antipatía respecto de los gays. En resumen, la objeción de que la homosexualidad es «antinatural» no parece ni científica ni moralmente convincente, y es probable que no constituya otra cosa que un epíteto descalificador de enorme impacto emocional debido a la confluencia de prejuicios históricamente consagrados e ideas erróneas acerca de la «naturaleza». Lo mismo que «no-liberal» (o «antiliberal»), «no-ilustrado» (o «anti-ilustrado») y «no-norteamericano» (o «antinorteamericano») y otras negaciones igualmente imprecisas, es posible que ofrezca un buen blanco a la hostilidad, pero difícilmente podrá concebírsela como el origen de las emociones que lleva implícitas.

Además de arrojar una luz más clara sobre la relación entre, por un lado, la intolerancia, las creencias religiosas y los peligros imaginarios y, por otro lado, la sociedad, el estudio del prejuicio contra los gays ofrece otra ventaja que aquí se analizará: reveladoras visiones de las semejanzas y las diferencias de la intolerancia respecto de muchos grupos y características diferentes. En varios sentidos, las historias independientes de grupos minoritarios europeos son una misma historia, y en este estudio se han trazado multitud de paralelismos con grupos cuyas respectivas historias se relacionan con la historia de los gays o la reflejan. Por ejemplo, la mayor parte de las sociedades que toleran libremente la diversidad religiosa, también aceptan la variación sexual, y el destino de los judíos y de los gays ha sido casi el mismo a lo largo de la historia europea, desde la primitiva hostilidad cristiana hasta el exterminio en los campos de concentración. Las mismas leyes que oprimieron a los judíos oprimieron también a los gays; los mismos grupos obstinados a la eliminación de judíos trataron también de hacer desaparecer la homosexualidad; los mismos períodos de la historia europea que no fueron capaces de dejar espacio a la peculiaridad judía reaccionaron violentamente contra la disconformidad sexual; los mismos países que insistieron en la uniformidad religiosa impusieron estándares mayoritarios de conducta sexual. E incluso se utilizaron los mismos métodos de propaganda contra los judíos y contra los gays, métodos que presentaban a unos y a otros como animales consagrados a la destrucción de los hijos de la mayoría.[24] Pero también hay diferencias significativas, que ocuparán un lugar extremadamente importante en el presente análisis. Por ejemplo, el judaísmo pasa conscientemente de padres a hijos, y ha sido capaz de transmitir, junto con sus preceptos éticos, una sabiduría política recogida durante siglos de opresión y de vejámenes: aconseja cómo apaciguar las mayorías hostiles, razonar con ellas o evitarlas; cómo y cuándo presentar un perfil desdibujado, cuándo realizar gestos públicos; cómo llevar los negocios con enemigos potenciales. Además, ha sido capaz de ofrecer a los miembros de su comunidad por lo menos el consuelo de la solidaridad ante la opresión. Si bien los guetos europeos mantenían encerrados a los judíos, también mantenían fuera a los gentiles; y la vida de la familia judía florecía como la principal referencia social para un grupo separado de la mayoría en muchos aspectos de su historia, e infundía a cada individuo no sólo un sentimiento de comunidad en el presente, sino también de pertenencia a las largas y veneradas tradiciones de sus antecesores. En su mayor parte, los gays no provienen de familias gays. Sufren opresión individualmente y en solitario, sin la ayuda de ningún consejo ni, a menudo, de sostén emocional alguno de sus parientes o amigos. Esto hace que su caso resulte, en cierto sentido, más comparable al de los ciegos o los zurdos, que también están dispersos en la población general y no segregados por la herencia y, en muchas culturas, son también víctimas de la intolerancia. Sin embargo, el caso de los gays es más revelador aún que el de la mayor parte de las minorías dispersas, porque normalmente son socializados como miembros ordinarios de la sociedad, ya que raramente los padres advierten que sus hijos son gays hasta que no se desarrollan plenamente. Sus reacciones y las reacciones de quienes les son hostiles ilustran, pues, la intolerancia de una manera relativamente poco complicada, sin variables accidentales tales como la asociación atípica, la incapacidad para contribuir a la sociedad o, ni siquiera, una anormalidad ostensible. En todos los respectos, salvo en uno, la mayor parte de los gays son exactamente como quienes les rodean, razón por la cual la antipatía para con ellos es un ejemplo particularmente elocuente de intolerancia.  

Únicamente cuando las actitudes sociales son favorables, los gays tienden a constituir subculturas visibles. En sociedades hostiles se vuelven invisibles, lujo que les es concedido por la naturaleza esencialmente privada de su apartamiento de la norma, pero que acrecienta enormemente su aislamiento y reduce drásticamente la efectividad de su influencia. Cuando vuelven los buenos tiempos, no hay mecanismo que estimule la adopción de medidas que impidan la repetición de la opresión: no hay abuelos gays que recuerden los pogromos, no hay literatura gay del exilio que recuerde a los vivos el destino de los muertos, ni conmemoraciones litúrgicas en tiempos de crisis y de sufrimiento. Hoy en día hay relativamente pocos gays conscientes de la gran variedad de situaciones en que los tiempos colocaron a su género, y no parece haberlos habido en las sociedades anteriores. Debido a esto, salvo en los casos en que llegaban a ejercer una autoridad considerable, la libertad, el sentido de identidad y, en muchos casos, la supervivencia de los gays dependía casi totalmente de las actitudes populares hacia ellos. Generalmente, la historia de las reacciones públicas ante la homosexualidad es, pues, en cierta medida, una historia de la tolerancia social.

Es justo señalar que, al margen de las ventajas que presentan los gays para el estudio de la intolerancia, también tienen importantes inconvenientes. El más fundamental es que la antigüedad del prejuicio contra los gays y su sexualidad ha dado como resultado la deliberada falsificación de los registros históricos que a ellos conciernen hasta bien entrado el siglo actual, lo cual vuelve particularmente difícil la reconstrucción de su historia. En el mundo antiguo, apenas se conocía la distorsión de este tema,[25] pero ésta se amplió considerablemente con el abrupto cambio de la moral pública que siguió a la caída del Imperio Romano de Occidente. La ignorancia fue la fuerza principal que se escondía tras la pérdida de información acerca del tema en la Europa medieval –en la literatura medieval, Alcibíades aparece ocasionalmente como una compañera de Sócrates–[26], pero también era evidente la pesada mano del censor. En un manuscrito de El arte de amar, de Ovidio, por ejemplo, se enmendó una frase que originariamente decía «El amor de un muchacho me atrae menos», para que dijera «El amor de un muchacho no me atrae en absoluto», al tiempo que una nota marginal informaba al lector: «Por tanto, puede el lector estar seguro de que Ovidio no era sodomita».[27]

Naturalmente, es fácil descubrir observaciones de esta calaña, y los tiempos más modernos recurren a medios más sutiles para distinguir entre sentimientos gays y sexualidad. Cambiar el género de los pronombres fue un artilugio popular al menos desde que el sobrino nieto de Miguel Ángel lo empleó con el fin de que los sonetos de su tío resultaran más aceptables para el público;[28] y los eruditos continuaron con el engaño aun cuando no estuviera en juego la reputación de nadie: cuando, a comienzos del siglo XIX, Francis Gladwin tradujo al inglés las fábulas morales persas de Sadi, transformó intencionalmente todas las historias de amor gay en romances heterosexuales mediante la alteración de los pronombres ofensivos.[29] Todavía a mediados del siglo XX se seguían falsificando de esta guisa los ghazels de Hafiz.[30]

Una aproximación más honesta al texto, pero seguramente no más ilustrativa, es la supresión. Esta podía ir desde la omisión de una sola palabra que indicara el género (que es el caso común cuando el original revelaba que el objeto de amor en el Rubaiyat es en verdad un hombre)[31] hasta toda una obra, como los Amores del pseudo Luciano, que Thomas Francklin expurgó de su traducción porque contenía una disputa acerca de qué sexo era preferible como objeto erótico para los varones: 19 Pero como ésta es una cuestión que, al menos en esta nación, está ya zanjada desde hace mucho tiempo a favor de las damas, no hace falta más discusión: por esta razón, así también como por algunas otras de índole más material, que no tendrán dificultad en imaginar quienes estén familiarizados con el original, se omite el Diálogo por completo.[32]  (continúa ...)

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martes, 22 de marzo de 2011

El Amor es más fuerte

ESTUDIO BIBLICO
Pastor Lisandro Orlov

LUCAS 15: 11-32: EL AMOR ES MÁS FUERTE

Es importante tener en cuenta el contexto en el cual Jesús relata esta parábola. Tiene que justificar su comer (signo de comunión) con pecadores y estafadores (publicanos). Este relato tiene dos finalidades u objetivos. Por un lado mostrar el amor de Dios que sobrepasa todo lo que podemos pensar, aún teológicamente, y por el otro, la reacción lógica y prudente de los piadosos de todos los tiempos y lugares frente a la locura que es el amor inclusivo de Dios.[1]

Aquellos piadosos que solo buscan justicia y moralidad han de encontrar que el reino anunciado por Jesús les resulta ofensivo. La buena nueva a los pobres, excluidos y oprimidos debe ir complementada por todo aquello que viven los pobres, excluidos y oprimidos: desocupación, enfermedad, hambre y miseria. Dios no tiene un programa de simple y humana justa distribución de bienes, sino que ese anuncio va más allá. Es el anuncio de la gozosa liberación de todos los hijos e hijas de Dios de toda exclusión y marginación. Es el anuncio del amor de Dios para con todos aquellos que estaban marginados. Lo perdido es encontrado. Lo excluido es incluido.

VERS. 11-13:
11. Jesús dijo también: "Un hombre tenía dos hijos. 12 El menor de ellos dijo a su padre: 'Padre, dame la parte de herencia que me corresponde'. Y el padre les repartió sus bienes. 13 Pocos días después, el hijo menor recogió todo lo que tenía y se fue a un país lejano, donde malgastó sus bienes en una vida licenciosa.

El centro del relato es el hombre que tenía dos hijos. En este relato tomado de la vida cotidiana el amor incomprensible e irracional de este padres es reflejo del profundo amor de Dios. En esta parábola del amor del padre Jesús justifica la predicación de la Buena Nueva a los despreciados y a los abandonados. El hijo menor reclama su herencia de acuerdo a los estipulado en el Antiguo Testamento. Recibe los títulos de propiedad pero no el uso de los mismos ni el fruto que ellos dan pero ese título de propiedad puede ser vendido. Esto es lo que sucede en este pasaje y el hijo menor recoge el dinero y emigra a otro país. Esta era una situación muy frecuente porque la diáspora judía era muy importante en tiempos de Jesús. Aparentemente este joven no estaba casado lo cual nos puede indicar su edad ya que los hombres se casaban entre los 18 y los 20 años. Es decir que estamos en presencia de un joven tal como los que hemos de encontrar en nuestro trabajo junto a las personas que viven con el VIH-SIDA. Este joven gasta su herencia llevando una vida licenciosa y es su hermano el que agregará el dato de las mujeres que, al suponerse que eran mujeres prostituidas, también podemos pensar que se trata de idolatría porque muchas veces las mujeres en situación de prostitución estaban relacionadas con templos paganos.

Vers. 14-19:
14. Ya había gastado todo, cuando sobrevino mucha miseria en aquel país, y comenzó a sufrir privaciones. 15. Entonces se puso al servicio de uno de los habitantes de esa región, que lo envió a su campo para cuidar cerdos. 16 El hubiera deseado calmar su hambre con las bellotas que comían los cerdos, pero nadie se las daba. 17 Entonces recapacitó y dijo: '¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan en abundancia, y yo estoy aquí muriéndome de hambre! 18. Ahora mismo iré a la casa de mi padre y le diré: Padre, pequé contra el Cielo y contra ti; 19 ya no merezco ser llamado hijo tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros'.

Este joven no había previsto las frecuentes hambrunas que azotaban tanto Palestina como otras partes del mundo antiguo. En esta crisis económica tiene que ocuparse del cuidado de animales impuros (Lev.11:7) y en consecuencia no estaba en condiciones de celebrar el sabbat. Además si quisiera comer las bellotas que comían los cerdos tendría que robarlas porque, como expresa el evangelista, nadie se las daba. En su mente prepara un bien estructurado discurso que no es de disculpa sino una fundamentación para trabajar como jornalero en la casa paterna ya que nada puede reclamar. En resumen: ha caído en la más profunda degradación, a los ojos de los religiosos de ese tiempo porque nos encontramos con una situación de idolatría e impureza ritual. Esta descripción nos va preparando para encontrarnos con el inexplicable amor del padre.

Vers. 20-24
20 Entonces partió y volvió a la casa de su padre. Cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió profundamente; corrió a su encuentro, lo abrazó y lo besó. 21 El joven le dijo: 'Padre, pequé contra el Cielo y contra ti; no merezco ser llamado hijo tuyo'. 22 Pero el padre dijo a sus servidores: 'Traigan en seguida la mejor ropa y vístanlo, pónganle un anillo en el dedo y sandalias en los pies. 23 Traigan el ternero engordado y mátenlo. Comamos y festejemos, 24 porque mi hijo estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y fue encontrado'. Y comenzó la fiesta.

Este es el núcleo de la primera parte del relato. En primer lugar el padre lo ve desde lejos, no conoce las intenciones de su hijo ni el lindo discurso que ha preparado. Simplemente se siente conmovido. El primer gesto del padre es correr en público. Esto es sorprendente porque, en ese contexto cultural, no era usual que una persona de cierta posición lo hiciera frente a sus sirvientes o en público, aún cuando estuviera apurado. Este es un gesto humillante y con el, el padre se despoja de su orgullo y de su dignidad para salir al encuentro del hijo. Este es un buen dato para una metodología de evangelización. Estamos llamados a salir al encuentro de aquellos que están excluidos y marginados de nuestras iglesias y de la sociedad despojándonos de nuestro orgullo tanto personal como institucional. Olvidarnos de qué dirán los que nos ven correr al encuentro de los despreciados. El segundo gesto es tan sorprendente como el primero: el padre lo abraza y lo besa. Estos son gesto de reconciliación y de paz. Olvidémonos de juicios morales. El hijo comienza su ensayado discurso pero el Padre no esta preparado para escucharlo. Su corazón esta disfrutando de la fiesta del encuentro y por ello le interrumpe pidiéndole a los sirvientes que traigan ropa, un anillo y sandalias. Estos son elementos simbólicos que debemos mirar con atención: las vestimentas nuevas proclaman la llegada del tiempo de salvación. El hijo es recibido con todos los honores como si por derecho evangélico ese lugar le perteneciera. Es la gracia misma de Dios. Ni el ni nosotros lo merecemos pero se nos ubica en la casa del padre por pura gracia. El anillo es el anillo con el que se sellaban los documentos de propiedad, es decir, es un compartir generoso de todos los bienes. En la casa del padre se reciben todos los bienes también por puro amor. Las sandalias son el signo de la persona libre porque solo los esclavos iban descalzos. El padre generoso le reconoce su condición de persona libre con una dignidad que nada ni nadie le ha podido quitar o hacer perder. Estas tres situaciones también ofrecen indicios para la elaboración de una pastoral de acompañamiento a las personas que viven con VIH-SIDA y el fundamento para un mensaje que les abra las puertas de nuestros corazones y de nuestras mentes porque son signos de una visible voluntad de reconciliación. ¿Estaremos como iglesias dispuestas a actuar de la misma manera?

Vers. 25-32
25 El hijo mayor estaba en el campo. Al volver, ya cerca de la casa, oyó la música y los coros que acompañaban la danza. 26 Y llamando a uno de los sirvientes, le preguntó que significaba eso. 27 El le respondió: 'Tu hermano ha regresado, y tu padre hizo matar el ternero engordado, porque lo ha recobrado sano y salvo'. 28 El se enojó y no quiso entrar. Su padre salió para rogarle que entrara, 29 pero él le respondió: 'Hace tantos años que te sirvo sin haber desobedecido jamás ni una sola de tus órdenes, y nunca me diste un cabrito para hacer una fiesta con mis amigos. 30 ¡Y ahora que ese hijo tuyo ha vuelto, después de haber gastado tus bienes con mujeres, haces matar para él el ternero engordado!'. 31 Pero el padre le dijo: 'Hijo mío, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo. 32 Es justo que haya fiesta y alegría, porque tu hermano estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido encontrado'".

Aquí comienza la segunda parte del relato. La reacción de aquellos que son de la casa. En todo trabajo con personas que viven con VIH-SIDA, en muchos casos, las más fuertes críticas nos han de llegar de aquellas personas que están más cerca de nosotros en afectos, convicciones y comunidad. Las criticas al padre generoso no vinieron de afuera sino de su misma familia. El hijo mayor se excluye él mismo de la fiesta de la reconciliación. Su confusión, su falta de comprensión y falta de aceptación de la acción amorosa del padre le lleva a quebrar la comunión. Sus palabras ponen de manifiesto que ya no reconoce a su padre y a su hermano como tales, expresan resentimiento. Es interesante la respuesta del padre: en primer lugar le sigue llamando hijo y luego afirma que “es justo”, es decir, era necesario hacer esta fiesta porque aquel que estaba excluido ha encontrado un hogar. Nadie esta excomulgado de esta fiesta. Esta acción pastoral con los considerados impuros por la iglesia o la sociedad y los marginados también tiene que ser una preparación e imagen de aquella otra fiesta a la que nos invita Jesucristo. La música, los coros y las danzas que celebran esta pastoral deben sonar como una invitación a todos los que están siempre con el Padre, a unirse al gozo por aquellos que nos estaban y ahora están. Nunca sabremos como reaccionó el hermano mayor a la invitación del padre. El final permanece abierto al igual que nuestro actitud hoy. ¿Qué pasará y cómo será la acción de nuestras iglesias?

Conclusión:

Esta parábola ha sido contada a personas que se parecían mucho al hermano mayor. Nosotros como comunidad cristiana muchas veces nos comportamos de la misma forma. Sin dudas el Evangelio siempre será para los seres humanos un escándalo y el amor de Dios siempre sobrepasa nuestros pensamientos, valores y normas morales. Las acciones pastorales de las iglesias nunca deben perder ese cierto aire de escándalo.

Pastor Lisandro Orlov
Iglesia Evangélica Luterana Unida.
Buenos Aires. Argentina.

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[1] Joachim Jeremias: “Les paraboles de Jésus” Livre de Vie. Pag. 184 sgts